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¡NO ES IMPULSO MORAL! ¡ES MATRÁFULA CAVIAR!

  • owenvalencia20
  • 26 mar
  • 6 Min. de lectura

Luis Alberto Pacheco Mandujano[1]

 


En la portada de su edición del martes 25 de marzo de 2025, el cada vez más caviarizado y alicaído diario “Perú21”, rebota la noticia que fue difundida dos noches atrás en el programete dominical “Cuarto Poder” del canal 4, dirigido por la exlocadora de Odebrecht y cínica profesional, Sol Carreño, medio de comunicación que, al igual que el diario de marras, también es de propiedad del “Grupo El Comercio” y del extopo de Montesinos, Gustavo Mohme Seminario alias “Chicho Mohme”. La noticia rebotada había desenmascarado al “Diario UNO” y “Perú21” lo presentó ahora con el siguiente titular: “Yo te sobo, tú me pagas”. Este escandaloso encabezado fue rematado con el pre-título que reza así: “La historia que une a Nicanor Boluarte y Martín Belaunde Lossio: El hermano de la presidenta y el gerente de Diario UNO tienen 64 facturas por explicar”.

 

En la página 2 de esta edición, “Perú21” exhibe facsímiles de dos órdenes de servicio de publicidad por 6 mil 650 soles en conjunto, y su editor los apareja con las portadas de dos ediciones del diario incriminado, del 19 de noviembre de 2024 y del 4 de marzo de 2025, respectivamente, en los que se ejerce una defensa cerrada de la presidente del Perú. Además, desarrolla toda una explicación de cómo es que, entre febrero de 2024 y marzo de 2025, “Diario UNO” habría ganado la friolera de 105 mil soles por “publicidad estatal”, concepto que, en realidad, no es sino el eufemismo legal que encubre el soborno con el que corruptamente se compra la línea editorial del periódico. Obviamente, si fuese el “Grupo El Comercio”, el “Grupo La República” o la “Fundación Mohme” los que recibiesen dineros del Estado, no sería corrupción; sería “estricta publicidad estatal”. Así de hipócrita es el doble estándar del caviarismo.

Ahora, bien, ¿por qué razón un diario perteneciente al “Grupo El Comercio”, ese cenáculo de aristócratas naftalínicos de origen panameño (cuando Panamá formaba parte de Colombia) que, llegados al Perú durante la primera mitad del siglo XIX, hicieron, sin sentirse panameños, colombianos ni peruanos –Haya de la Torre dixi–, una enorme fortuna a partir de prebendas políticas y de negocios turbios con el castillismo y con el civilismo decimonónicos, y con el leguiísmo, el militarismo, el primer aprismo de Alan y, por fin de cuentas, con el caviarismo parásito, por qué razón un diario perteneciente al “Grupo El Comercio” –repito– atacaría a un periódico primo-hermano como “Diario UNO” de evidente tendencia izquierdista comunista?

 

Téngase en cuenta que el “Diario UNO”, fundado por el corrupto humalista Martín Belaunde Lossio, fue dirigido por el fallecido militante del PCP-Unidad César Lévano hasta 2018 y tiene ahora por director al filósofo marxista Ricardo Milla Toro, militante de Perú Libre y profesor de San Marcos (dónde más podría serlo). Como tal, este bodrio impreso se ofrece en cualquier quiosco de cualquier esquina como un diario de clara tendencia política comunista. Y ahora, gracias al panfletario “Cuarto Poder” y a su satélite “Perú21”, ha sido puesto al descubierto como lo que verdaderamente es: un pasquín corrupto más que, como cualquiera de los diarios de la prensa de la “derecha bruta y achorada”, también recibía dinero del Estado para impulsar activismo en favor del Gobierno.


 Pero si esa es también la práctica común del caviarismo, reitero la pregunta, por qué un primo-hermano le levanta las alfombras en este momento al diario de Belaunde Lossio. ¿Será acaso porque en “Perú21” se practica un “periodismo de investigación” tan patriótico y ético que, tras el descubrimiento de marras, siente la imperiosa pulquérrima necesidad de poner en evidencia hechos corruptos que atañen intereses de grupo, lesionando el interés nacional, sin importar de dónde provenga el acto denunciado? Sinceramente, no lo creo. El caviarismo –y tanto “Cuarto Poder” como “Perú21” se encuentran en manos de esa costra política– se ha ganado por mérito propio, y de lejos, el reconocimiento y premio universal a las tapaderas que ocultan la corrupción cometida por sus agremiados y, en última instancia, en la que también incurren sus primos-hermanos comunistas y filoterroristas de Sendero Luminoso. Al fin y al cabo, la familia es la familia.

Pero, entonces, si eso es así, ¿cuál es la razón para este destape de portada?

 

Analizando las cosas a la luz de la lógica y de los hechos previos, me parece que la respuesta a la cuestión se encuentra en dos situaciones medulares que explican este quiebre de relaciones familiares. A saber:

 

En principio, Gino Román es periodista de “Diario UNO” y fue en este medio en el que publicó, antes de que lo hiciera en el portal electrónico “Lima Gris”, el resultado de su investigación sobre la complicidad que compromete y une a Gustavo Gorriti alias “Maestro Obihuán”, el oscuro capitoste del Instituto de Defensa Legal (IDL), con el traficante de armas israelí Leo Gleser, relación no sólo amical sino, fundamentalmente, de negocios ilícitos que, inclusive, alcanza a la esposa y hasta a la misma hija y nieta del falso periodista.

 

La denuncia de Román, periodista de izquierda que ha trabajado con IDL y que tuvo hasta hace poco estrechos vínculos de amistad y de trabajo político con las organizaciones lucrativas “Manuela Ramos” y “Flora Tristán” –razones más que suficientes para concluir que tiene conocimiento veraz de lo que habla–, ha golpeado tremendamente al jefe de la mafia caviar y a sus adláteres oenegetas porque lo que se ha revelado ha sido sustentado con documentos, datos verificables y hechos concretos de imposible contradicción. Por ello, la reacción sicarial a la que el IDL de Gorriti nos tiene acostumbrados, no podría ser sino atacar al mensajero que lo desnudó: al “Diario UNO”.

 

En segundo lugar, como efecto concomitante de lo anterior, la reacción gorritiana contra el periódico de Belaunde Lossio busca afectar también al gobierno de la presidente Boluarte, comprometiendo a su hermano Nicanor en un acto de corrupción más que se le atribuye. Lo que se busca es contribuir con la campaña de debilitamiento de Dina que busca su destitución antes de que lleguemos a la segunda quincena de abril.

 

En este doble afán, el caviarismo hace a un lado el entroncamiento familiar que le une a la izquierda marxista que controla “Diario UNO” y suelta a sus perros –Carreño y carroña como cancha– que ladran y muerden, con hocicos babosos, mejor que pitbulls entrenados. En última instancia, ganaría mucho el caviarismo si lograse traerse abajo a la presidente del Perú. Para comenzar, “merinazo” de por medio, la intención es instalar con esa trampa oclócrata a un “Sagasti 2.0” en Palacio de Gobierno y recobrar con él el control de las instituciones perdidas en los últimos dos años para impulsar, de consuno institucional, unas elecciones fraudulentas que sienten a algún aliado en el Sillón de Pizarro y que, casi de inmediato, convoque a una Asamblea Constituyente para joder al Perú como hicieron sus compinches progres y comunistas en Venezuela, Nicaragua, Colombia, Chile, Argentina y en Bolivia donde hoy no hay ni arroz para comer.

 

A propósito del “merinazo”, vale apuntar que se trató del “merinazo” del que hablaron con cara de palo la abogada de cartón y autopercibida periodista –que no es– María Palacios y, entre otros, Marcos Sifuentes alias “Rey Julien”, ese mismo palurdo que, a manos llenas, recibía dinero de USAID y del mismo IDL de Gorriti.

 

En suma cuenta, no es, pues, impulso moral lo que ha llevado a “Cuarto Poder” y a “Perú21” a “denunciar” la corrupción de sus primos-hermanos de “Diario UNO”. Semejante denuncia no es sino impulso corrupto de subsistencia política. Matráfula pura disfrazada de eticidad. Quien crea que se trata de consecuencia moral en el accionar de ambos medios caviares, o es imbécil o padece de alguna lesión cerebral. ¡O sufre de ambas cosas, por último!

 

Es que así son los caviares. No pueden ser de diferente manera. He allí, en su venal comportamiento, la característica conceptual y definición ontológica de todos ellos. Son los fariseos de nuestros tiempos, los hipócritas que se colocan en pedestales de una superioridad moral que no tienen, pero desde donde pontifican como grandes anacoretas éticos, siendo verdaderamente protervos, viles y miserables corruptos que esconden sus fechorías debajo de sus asquerosas alfombras. ¡Y encima hablan en nombre del pueblo! ¡Carajo!

 

Provocan asco. Provocan mucho asco. Y sólo merecen el mayor desprecio y un destino único: la cárcel per secula seculorum.

 

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[1]     Abogado. Doctor honoris causa por la UNAM [México, 2020], Facultad Interamericana de Litigación - UBIA [México, 2017] y por la Universidad Ada Byron [2013]. Magister iuris constitutionalis por la Universidad de Castilla - La Mancha [España, 2016]. Profesor de Filosofía del Derecho y Derecho Penal en las Escuelas de Posgrado de las Universidades de San Martín de Porres y Hermilio Valdizán de Huánuco. Presidente del Instituto Peruano de Estudios de Derecho Penal [2013-2014], Miembro y Docente Honorario del Instituto Latinoamericano de Derecho [Guayaquil, 2007], Consejero y Miembro Asociado de la Sociedad Peruana de Derecho [Lima, 2010], Membresía Internacional de la “Sociedad internacional de intelectuales sartreanos en defensa de la humanidad” [Bogotá, 2007]..

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